Читать книгу Lágrima Dulce онлайн

24 страница из 85

—Joder. Qué cabrón. ¿Has hablado con Vila?

—Nada más salir. Agua de borrajas.

—De acuerdo. Pues venga, a escribir.

Robles entró en su despacho, y dejó el casco y la cazadora encima del sofá tipo Chester en el cual dormitaba las noches en las que la edición debía cerrarse de madrugada.

Fue a sentarse y encima de su mesa había un sobre completamente blanco.

—Eh, Aina, ¿sabes quién ha dejado esto? —preguntó a su compañera desde el umbral de la puerta, sosteniendo el sobre en la mano.

—Lo ha traído un mensajero. He firmado por ti. No tenía remitente.

Extrañado, abrió el sobre y de su interior sacó una pluma de ave.

3

Bilbao, septiembre 2016

Las nubes bajas que como de costumbre cubrían el aeropuerto de Bilbao hicieron que el aterrizaje fuera más incómodo de lo esperado. Lo advirtió el comandante, a escasos veinte minutos de la llegada:

—La pista de aterrizaje se encuentra encapotada por unas espesas nubes que dificultan la visibilidad de la misma —anunció—. Realizaremos un primer intento para tomar tierra. El protocolo permite un máximo de dos intentos. En caso de que ambos sean infructuosos, deberemos aterrizar en el aeropuerto más cercano. En este caso, el aeropuerto de San Sebastián.

Правообладателям