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Quería preguntarle muchas cosas a aquel enviado de la representación, preguntas que estaba convencido de que quedarían sin respuesta y las desechó a la espera de sus indicaciones.

—¿Dos o tres días?

—Sí, más o menos. Yo volveré en cuanto tengamos alguna novedad y entonces espero poder ser más explícito. De momento, las instrucciones que tengo son las de hacer llegar a la delegación las pertenencias que llevarán durante el viaje y poca cosa más.

—¿Sabes cuándo volverá David? —le preguntó a su esposa.

—No creo que tarde. Pero su ropa ya está preparada y, como me ha sugerido este señor, no puede ser muy voluminosa.

—No, solo para el viaje.

—Entiendo que será largo, ¿no? —comentó Edit.

—Por la práctica que tenemos, calculamos entre tres y cuatro días. Las comunicaciones están bastante dañadas y también ciertos tramos de vías ferroviarias. Pero lo cierto es que desconozco cuál será la planificación para vosotros.

—Bien. Ya lo tienes todo preparado —ilustró la mujer.

Se levantó, agradeció el café y se dirigió a la puerta de salida en el mismo instante en que David hacía su aparición.

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