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—Eso está bien —comentó la madre—. De esa manera, y caso de que todo salga bien, podrás continuar en contacto con él.

—Empiezo a estar impaciente. Voy a sacar el mapa.

En los últimos días el mapa de Europa había sido uno de los principales estímulos de la sobremesa. Se sentaban en la mesa del pequeño comedor y sobre ella extendían el plano tratando de adivinar cómo sería su viaje y las diferentes zonas que tendrían que sortear. Desconocían, al punto, los lugares ocupados por los ejércitos del Eje y por ello todo eran conjeturas. Pero lo que asumían con actitud se mostraba en la certidumbre de que tendrían que atravesar varias fronteras hasta llegar al destino soñado; destino idealizado sobre el cual todavía no habían tenido ninguna conversación definitoria.

—Sí, sí. Tendríamos que tomar algún tipo de decisión —observó cuando David llegó con el plano.

—Eso ya lo hemos hablado, papá.

—Hablado sí, pero decidido no. ¿Tú qué dices, guapa?

Edit se sorprendió.

—¿Es para mí la pregunta?

—No veo a otra mujer cerca —confesó sonriendo.

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