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—Lo que diga nuestro hijo es lo más importante. Tú y yo nos tenemos el uno al otro, pero su situación será diferente en cualquiera de los lugares en que nos acomodemos, ¿no te parece?

—Creo que estás totalmente acertada. Por eso el soniquete de guapa. ¿David?

—No lo sé. Entiendo que, según hemos estudiado en geografía, el clima mediterráneo es muy diferente al del norte de España. Si lo miramos por ahí, creo que lo mejor debería ser una ciudad de la costa. No sé — apreció, aunque sin mucho convencimiento.

—¿Edit?

—Estoy de acuerdo.

—¡Cómo no! —exclamó Daniel, dando por hecho que las palabras del niño establecían ley para la madre—. Pues nada, tema resuelto. Solo falta encontrar la ciudad más conveniente para nuestros intereses.

—¿Y que tenga playa? Eso me hace mucha ilusión —concluyó Edit.

—¿Grande, mediana, pequeña…? —dejó caer con interrogación Daniel.

—¿Te refieres a la playa, papá?

—No, hijo. Me refería a la ciudad. Ya tenemos claro que la localidad debe ser mediterránea. Pero en esa costa hay un montón de localidades que podrían ser de nuestro agrado. Quiero decir de tu agrado —manifestó en un tono de ironía, mirando a hurtadillas a su mujer.

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