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—No lo entiendo —murmuró Edit—. No puedo entender que siendo España aliada de los alemanes vigilen los movimientos de sus camaradas.

—No, señora. Ahí se equivoca. España no está aliada con el Eje. Es posible que se la considere potencia amiga, pero no partícipe, en ningún caso. Y el mejor ejemplo somos nosotros, que tratamos de hacer lo que ellos nunca quisieran que hiciéramos.

—Es posible que tengas razón.

—La tengo. No le quepa duda. Y ahora quería comentarles cómo vamos a realizar la entrada en la embajada sin despertar demasiadas sospechas.

—Adelante. Somos todo oídos —murmuró Daniel.

—El cambio de guardia menos alerta se realiza a las dos de la tarde. En esos momentos el coche de los guardias da una vuelta a la manzana y los nuevos vigilantes se ubican en la otra parte de la entrada. Suelen pasar entre siete y diez minutos, lo cual quiere decir que ese es el momento más adecuado para entrar en la delegación.

—¿Todos juntos? —preguntó Daniel.

—Buena pregunta. Creemos que lo ideal sería que la señora y el chaval entraran mañana mismo a la hora comentada, hicieran noche en la embajada y que al día siguiente, esto es, veinticuatro horas después, lo hiciera usted, Daniel. —En la reunión todos ellos se miraron entre sí. Ninguno articuló palabra, a la espera de que fuera otro el que lo hiciera—. Bueno, ¿tienen algo que decir?

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