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—¿Y entonces qué puede pasar?

—Según nos ha comentado el jefe del tren, es más que probable que tengamos que dirigirnos hacia Italia. Pero también tienen que estudiar las paradas técnicas debido a que la autonomía de la locomotora es relativa.

—Sí, creo que más o menos son doscientos kilómetros, pero… ¿y los demás pasajeros qué?

—Siempre según el revisor, parece ser que todo el pasaje civil tiene como destino final Lyon. Y al ser así, lo único que puede ocurrir es que el viaje se alargue un par de días más.

Edit escuchaba en silencio y lo hacía pensando en su situación personal, que solo su esposo conocía. Se miraron entre sí, pero obviaron hacer ningún tipo de comentario.

—¡Vaya gaita! —explotó David.

Daniel sonrió y comentó en tono mesurado:

—No te preocupes, chaval. Nunca hemos estado en Italia y puede ser interesante.

Se despidieron de sus compañeros de viaje y en su compartimento la conversación fue muy diferente. Edit se echó a llorar y David no supo a qué se debía y se fue a pasear por el andén.

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