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Salzburgo se mostraba como una ciudad relativamente pequeña, difusa en el conjunto de un paisaje medieval y barroco; una ciudad denominada alpina y considerada la cuna mundial de la música clásica. Mucha gente consideraba a Amadeus Mozart como un compositor germánico, cuando en la realidad su nacimiento se produjo en la villa que estaban visitando a pie por su barrio antiguo. Desde cualquier parte de la ciudad se mostraba eminente, altivo, como arrogante y soberbio, el castillo que coronaba la población y que revelaba su misión defensiva desde los siglos del Medievo. También por sus escalonadas travesías accedieron a la catedral, símbolo de una religión que para ellos no era la más proporcionada, por lo que ni siquiera trataron de entrar en la basílica. Fue en esos instantes cuando Daniel le preguntó a su esposa cómo se encontraba. Era consciente de que, en su estado, no debería caminar en exceso, y menos por unas callejuelas adoquinadas:

—Preferiría volver a la estación.

—Lo comprendo. David, se acabó la excursión.

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