Читать книгу Sombras en la diplomacia онлайн

72 страница из 117

—Por fin una buena noticia. ¡Te quiero!

—Yo a ti también, pero todavía falta… —dejó en el aire.

Poco después de las cinco de la tarde, como había sido previsto, se reinició el viaje con una evidente satisfacción del escaso pasaje. El hecho de no desviar la ruta hacia Italia suponía una reducción del tiempo de la marcha en casi veinticuatro horas. Obviamente, la jefatura del tren, así como los miembros de la operativa en la estación de Salzburgo, habrían tejido un nuevo programa de asistencia que se iniciaría en Innsbruck, con paradas técnicas en Zúrich, Lausana y Ginebra. Los militares que acompañaban a la expedición desembarcarían en la última pausa austríaca y en la primera detención en territorio suizo serían reemplazados por miembros del ejército helvético. Para los pasajeros, el nuevo tránsito obligaba a permanecer en sus departamentos durante el resto del viaje, aunque con las potestades lógicas de efectuar las comidas y visitas a los servicios comunitarios.

Por la noche y durante la cena tuvieron una agradable charla con el matrimonio que tenían en la mesa adyacente. Por ellos se enteraron —hablaban alemán— de todas las condiciones que el jefe de tren les había expuesto después de que el Gobierno suizo autorizase el paso por su territorio del convoy.

Правообладателям