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—Bueno, dicen que lo envían para los franceses, pero la realidad parece ser otra. Eso según me han comentado. Tú eres español y de esto sabrás un poco más que yo.

—Lo siento, pero ya lo hemos comentado. De estos y de otros muchos temas prefiero no hablar. Lo cierto es que no entendía la escolta que llevaba el tren. Y sigo sin entenderla. Pero para los tiempos en los que vivimos todo es posible.

Zoltan comenzaba a vislumbrar que difícilmente sonsacaría cualquier otro tipo de información a Daniel y por ello dejó de insistir.

—También es cierto que si al tren le han dado permiso para cruzar el territorio suizo se debe a que todos los pasajeros somos de nacionalidades que no entran de lleno en las cruzadas militares. La mayoría son franceses, húngaros y vosotros como españoles. La verdad es que especulaba con que vuestra presencia en el tren, quiero decir el viaje de tu familia, tu posición en la embajada, y las mercancías que transporta el convoy tenían un nexo común.

—Lo siento, Zoltan, pero te equivocas.

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