Читать книгу Por encima del mundo онлайн
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—Creo que voy a cambiarme de ropa antes de almorzar —dijo la señora Slade—, me siento húmeda y sucia.
—Por lo menos conseguimos el buen cuarto —respondió el doctor Slade satisfecho.
La señora Slade se rió burlonamente; él supuso que era la idea del uso de la palabra buen.
—Nos van a dar frijoles con arroz, te lo aseguro —dijo él, y la miró con indulgencia—. Pero claro, a ti te gusta eso.
—¡Qué suerte tengo! —dijo ella. Sonrió y se meció un poco; la silla crujió de un modo peligroso.
Por la orilla de la plazuela vacía, un pequeño automóvil avanzaba evitando los charcos más profundos; se detuvo frente a ellos, al pie de las escaleras del corredor. El zopilote que estaba en la baranda sacudió las alas y descendió, para perderse de vista. La puerta del auto se abrió, y el doctor Slade vio lo que inmediatamente se dijo que había esperado ver: la roja cara y el peinado alto y gris de la señora Rainmantle, que salía del pequeño sedán. Inclinó la cabeza para saludar al conductor, cerró la puerta de golpe y subió las escaleras deprisa, empapada y jadeante. Cuando reconoció a los Slade, que estaban sentados frente a ella, su expresión preocupada se tornó en una de sorpresa y agrado. El doctor Slade se levantó lentamente y le tendió la mano.