Читать книгу Por encima del mundo онлайн

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—¡Qué lástima! —dijo el doctor Slade.

Podía darse cuenta, por la expresión en la cara de su mujer, de que ella comenzaba a considerar la posibilidad de retrasar su propia partida, de modo que dijo firmemente: —Nosotros salimos mañana. —Luego, con menos certeza—: Pero seguramente la veremos allá.

—¡Eso espero! —asintió la señora Slade—. Puedes llamarnos al hotel en cuanto tengas un momento.

El doctor Slade vació su vaso, y dejó de escuchar la conversación. Aun así, percibía el esquema de la historia. Una cacatúa dio dos gritos en uno de los patios interiores; era la voz de un demonio.

—¡Dios mío! —dijo la señora Rainmantle—. Hemos vuelto al manicomio.

Para entonces el doctor ya sabía que era una canadiense que vivía en Londres y solía venir aquí a visitar a su hijo. Todavía no era necesario ponerse a escuchar; los puntos culminantes de la historia eran reiterados tan a menudo que el cuadro se veía claro. Bostezó y tableteó en la mesa con los dedos, mientras miraba por la ventana las hojas mojadas y los techos de lámina.


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