Читать книгу Por encima del mundo онлайн
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La única ventana, cerca de la puerta, daba directamente al corredor que rodeaba el segundo piso. Éste era el único lugar placentero en el edificio del Gran Hotel de la Independencia. Con el paso de los años, una vasta colección de macetas con plantas tropicales se había ido acumulando en el suelo a lo largo de las barandas; las plantas habían progresado: retoñaban frondas y espigas, y las trepadoras y las ramas se habían extendido tanto que formaban una verdadera jungla, por la que era necesario abrirse paso al cruzar la galería. En algunos claros, había mecedoras solitarias parecidas a las que estaban abajo, en la entrada. “Las hermanas mayores”, había dicho minutos antes la señora Slade al pasar a su lado.
Ahora estaban tendidos en sus camas, desvestidos a medias, con las mosquiteras prudentemente metidas debajo de los colchones. Se relajaban, e intercambiaban pensamientos truncados por encima de la tierra de nadie que mediaba entre las dos camas. El caluroso atardecer se ceñía sobre el pueblo, y lo selló con rapidez. La oscuridad aquí era tangible e íntima; palpitaba en todas partes. Por la ventana abierta entraban ráfagas con el olor de las plantas y las flores, se oía el coro incesante de insectos y ranas que venía desde lo alto de la vegetación más allá del corredor, y se veía el encenderse y apagarse de las luciérnagas que revoloteaban por encima de sus cabezas bajo el alto el techo de palma.