Читать книгу Por encima del mundo онлайн

32 страница из 51

—¿Es tan mala? —preguntó la señora Slade.

—La puerta no tiene llave ni cerrojo, no hay forma de cerrarla. No puedo dormir así, sencillamente.

Había alzado la voz, como si ya estuviera presentando su queja formal.

El doctor Slade dirigió la luz de la linterna a los rincones más remotos.

—¿No hay nadie aquí abajo? Tiene que haber un guardián, o alguien.

—¡Nadie! Y la puerta principal está abierta de par en par. Encima de todo, la cama se hunde como una hamaca. ¿Qué tal están sus camas? —había olor a whisky fresco en su aliento.

—Están bien —dijo la señora Slade.

—Está acostumbrada a las incomodidades —explicó su marido rápidamente.

—Es la puerta lo que hace inaceptable el cuarto —dijo la señora Rainmantle con una voz sin vida.

Se quedaron callados.

—Bueno, mejor subimos —dijo, por fin la señora Slade—. Por lo menos arriba hay luz.

Cuando estuvieron frente a la habitación de los Slade, la señora Rainmantle siguió, gritando:

—Vengan. Quiero mostrarles el cuarto.

Los guió hasta la oscura habitación del fondo y encendió la luz. Era evidente que la pieza no era más que una bodega para muebles viejos, con una cama maltrecha arrimada a un rincón. Un calendario de hacía diez años colgaba cerca de una esquina en la pared, detrás de un escritorio.


Правообладателям