Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн

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La mujer del sueño recordaba cuando había nacido el hijo. Eran pobres pero el marido estaba vivo todavía. Ella tenía a su bebé reciente en brazos y sentía amor y terror en partes iguales. Era diminuto, había nacido unas semanas prematuro. Una criatura tibia, que respiraba en sus brazos, pero era como si fuera de cristal. ¿Y si se le caía o llegaba a pasarle algo malo?

¿Me quieres?, dijo el hermano del marido.

Te quiero, dijo ella. Él la penetró. Ella no se había sacado el sari, solo se lo había arremangado hasta la cintura. Cerró los ojos. Tantas veces había hecho eso a altas horas de la noche, noche tras noche, que ya no sentía ganas de llorar. Apenas si sentía algo. Su mente se elevaba de su cuerpo y observaba la escena desde el punto panorámico del ventilador de techo. Con los ojos cerrados alcanzaba a ver a dos personas moviéndose juntas, solo dos cuerpos oscuros. Mírame, decía él. Ella no lo miraba. Cuando la madre de Dhritarashtra se sometió al padre de él con los ojos cerrados, el hijo nació ciego. Dije que me miraras, gruñó él, pero ella siguió sin mirarlo. Cállate, dijo ella, y él corcoveó contra ella, respirándole fuerte.

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