Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн

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Dejó que todas las sensaciones se precipitaran a su vientre y quedaran allí. Allí estaba él, anudado dentro de ella y creciendo, dentro de un mes la piel de ella empezaría a estirarse para darle cabida mientras desarrollaba uñas y pulmones, con su pequeño corazón latiendo como una mariposa nocturna. Dejó que el pavor la inundara, y el amor, y el miedo, y la furia, empezó a reírse aunque no había motivo, y pensó no tengo que asustarme ahora. Recordó al bebé de su sueño, el bebé que tenía en brazos, recordó a su propia madre. Las sensaciones eran un tren, que avanzaba fuerte por el medio de ella, y cuando salieron todas por el otro lado, se sintió vacía de todo, excepto de él.

De luto

–No comiste nada –dice Reggie. Oyen a Maya con la bebé en la otra habitación; la bebé está llorando, luego va callándose.

–No tengo hambre –dice Mark.

–¿Cómo es eso, gentil primo? –dice Reggie. Le apoya la mano en la mejilla áspera. En la cara de ella hay sarcasmo como siempre, pero también bondad. Luego entra Maya con la bebé, cuyas pequeñas mejillas están empapadas de lágrimas. Al ver a su padre, la bebé le tiende las manos. Maya tiene puesto un vestido sin mangas. Sus ojos, de párpados gruesos, normalmente lánguidos, ahora están rojos y cansados.

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