Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн
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–Acababa de cortarse el pelo. ¿Te fijaste?
–No –dice Maya.
–Corto como un varón. Como una chica francesa. Le quedaba bien.
–La gente a veces pensaba que éramos gemelas. Pero ella era mayor.
–No sería por mucho.
–Cinco años.
–¿Cinco? No puedo creerlo. Pensé que tendrían menos de un año de diferencia a lo sumo.
Mark piensa en las hermanas juntas. Las dos están a orillas del lago. Chariya no está embarazada todavía. Una entra en el agua y la otra se queda en la costa: una morena, la otra más morena. Entonces son una el reflejo de la otra. Es Chariya la que sale a flote, con los brazos y el pelo extendidos, en el agua verde. Lleva puesto un traje de baño azul que hace parecer dorada la piel del lado interno de sus brazos y muslos. Cuando quiere, puede parecer sublime, muy feliz. Desde alguna parte a él le llega la risa de Chariya y el corazón le da un vuelco. Pero entonces se da cuenta de que es Maya. Maya que empieza a tararearle una canción a la criatura dormida, una canción de cuna que Chariya también cantaba. Una canción de cuna para la hija de él, pero él la acepta como suya. Y se duerme.