Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн

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–Maya. –La voz de Mark. Viene de lejos y ella alza la cabeza por encima de la superficie traslúcida y cierra la canilla. Entonces la casa queda en silencio. Él vuelve a decir–: Maya.

–¿Qué?

–Dejé…, dejé algo ahí dentro.

–¿Qué?

–Mis anteojos de leer. ¿Los ves?

–No. –Todavía lo siente allí, apretado contra la puerta abierta. Dice–: Hoy encontré siete canas.

–¿Dónde?

–En mi sien izquierda.

–Eres joven todavía.

–Chariya está encaneciendo.

–Estaba. –A lo lejos alcanzan a oír a Reggie con la bebé, haciendo gorgoritos, un sonido de un animal. El sonido de la risa de una bebé. Ha estado quisquillosa, le están saliendo los dientes. Pero en los últimos días ha sentido el cambio en la casa y se tranquilizó.

–Maya.

–No –dice ella.

Cinco o seis, la oscuridad aumenta tranquilamente afuera hasta llenar la habitación. Mariposas blancas extienden las alas contra las ventanas, pero desde el interior son solo formas: negras. Cuando llora la bebé, Maya la levanta y la mece contra su cuerpo. Pronto la bebé se queda dormida. Maya y Reggie empiezan a hablar de Chariya. Desde la otra habitación, Mark escucha el descenso de sus voces. Son tiernas mientras hablan de Chariya.

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