Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн

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–Basta –dice ella, sintiéndolo, enfrentándolo, y empieza a llorar–. Basta, por favor.

¿Lloverá? La lluvia tiembla en las nubes, pero las nubes no se rompen. Mark está cansado, Maya está cansada, Reggie está cansada, incansablemente. Está arreglando la costura reventada de un tapado, de Chariya. Reggie con los ojos entrecerrados a la luz de la lámpara para enhebrar la aguja. ¿Por qué molestarse?

Pero debe molestarse. Ha visto a Chariya con ese tapado una y otra vez. Es la costura que une el pecho con el brazo, bajo la axila izquierda, su brazo de saludar. Chariya está de pie junto al portón y saluda, con el suéter asomándose amarillo en la abertura. La cara morena de Chariya en el portón mientras Reggie da vuelta el coche y retrocede por el acceso. Y Reggie gritó:

–Cuidado, vas a arrancarte la manga entera.

Pero Chariya no tenía tiempo de arreglarse el tapado: ¿por qué si no se cortaba el pelo tan corto? Chariya no tenía tiempo de peinarse. Chariya no tenía tiempo de leer un libro que le gustara. Chariya no tenía tiempo de ir a París. Chariya no tenía tiempo para echarse una siesta.

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