Читать книгу Una casa es un cuerpo онлайн

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Mark se aleja del nido y aspira una bocanada de nochecita, se la traga. El aire está fragante y fresco y están saliendo las estrellas. Son solo las cinco y media. Adentro, han encendido las luces. La casa se ve alegre. Nunca ha estado parado fuera de su casa, así como ahora, en la oscuridad, solo, mirando hacia dentro. Es una sensación agradable y cómoda estar afuera con frío, espiando hacia dentro como un ladrón, o como un niño que mira la casa del vecino. Alcanza a ver a Reggie que se mueve por la cocina, pero no a Maya. Se quita la bufanda y el aire frío le entra en los pulmones. Lo siente en el pecho. Por un momento se despierta gracias a eso, por fin se ha despertado. Contiene la respiración. Está tan cerca, de sentir goce, el goce el cuerpo. Pero se le va. No puede alcanzarlo. Veneno en mano, lo muerto está muerto. La respiración contenida le sale en un estallido, y desaparece.

La punta de un diminuto diente blanco aparece en la mandíbula inferior de la bebé, como la punta de la luna poniendo a prueba el horizonte. No está centrado sino dispuesto ligeramente hacia la derecha. La bebé se toca el diente con los dedos. Un sabor familiar, casi feo, sabor a rojo. Al principio está la pura sorpresa de la novedad, donde no hay miedo. Pero el miedo llega. Antes era suave, toda suave. Ahora tiene hincada una dureza, que empuja para salir. Siente una voz que crece en sus pulmones como un calor, una voz que crece y crece hasta brotar a chorros por su boca. El sonido es un alivio a su alrededor, la aureola anaranjada amarillenta que ella hace crecer. El diente en la boca y ¿adónde se fue mamá? Mamá y no mamá. Mamá vino cuando ella la llamó, y la alzó. Mamá acarició y lloró. Mamá rio. Y papá besaba dulce pero raspando. Ahora no la besa. Ella tiende los brazos y él se da vuelta. La voz de ella crece y crece y entonces le entra una frescura en la garganta, y se tranquiliza. Levanta los puños y los pies y patea, sintiendo que abajo las extremidades funcionan. Hay silencio en el centro. Es coraje, la bebé. Es el coraje de vivir en un cuerpo en expansión, con extremidades que se elevan hacia fuera, con dientes que empujan hacia arriba, con manos y mente que se vuelven más finas, con ojos que deciden color, con un cuerpo que se endereza de la tierra y se yergue, en peligroso equilibrio sobre dos piernas, y luego avanza, caminando, corriendo, perdiendo dientes, reponiéndolos, rodillas raspadas y sanándose, voz ganando profundidad y seguridad, caderas y pechos en aumento, piel oscureciéndose, estirándose, sangre que se escurre entre los muslos y la muerte siempre, siempre, a las espaldas.

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