Читать книгу Segunda virginidad онлайн

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Lejos de la gente y del lago, sobre un área de pasto donde no invade la luz, el uniceja mete la lengua en la boca de Isabela y la recorre en espadazos. La menta que le entra por la boca se destila por el cuerpo de Isabela en riachuelos internos de asco.

El secreto del beso se lo cuenta a Paula en la comida familiar del domingo.

En la sala, los adultos hablan de la gripe española que mató a cincuenta millones, que dejó más muertos que la Primera Guerra Mundial, diecisiete millones, una tía está leyendo un libro sobre eso, se lo prestaron en el club del libro que organiza la Susana Siqueiros, sí, le dieron anillo a su hija, se va a casar con este muchachito Soto, ¿cómo se llama?

Lejos del guirigay, Isabela, sobre una barda, le dice a Paula:

Júralo que no le vas a decir a nadie.

Paula es portadora de secretos desde que son niñas. La primera confidencia giró en torno a un pelo en el pezón, uno delgadito, casi incoloro, cuando Isabela tenía nueve o diez años y Paula once o doce. Isabela le contó en el techo de su casa. Se subían por la casita del perro, imitando a los hermanos.

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