Читать книгу Segunda virginidad онлайн

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En la mañana me marcó Sebastián.

¿Qué te dijo el imbécil?

Quería saber qué onda, cómo estoy, dice Isabela sin mencionar que, al escucharlo, sudó de manos y axilas.

Qué risa, se te pusieron las orejas rojas.

Qué risa, traes chile entre los dientes.

Sebastián llama otra vez. Sebastián le pregunta si todavía trae la pulsera que le regaló en Kino, la que le compró al lado del puesto de piñas, cocos y mariscos, donde había también delfines, pipas y cimarrones de palofierro. Sebastián le tomó la muñeca y se la puso, estambres con un Isabela escrito en azul rey, fondo azul cerúleo. El calor se había esparcido en los cachetes de ella.

Isabela ahora se tapa la cicatriz suicida del ABC con la pulsera. Maldita Vero, cómo le rascó con ganas, parecía un coraje atorado, ahora Isa va a tener que encontrar métodos en los años que le quedan de vida para esconderse un intento superfalso de suicidio de un jueguito todo chafa. El método actual: los hilos del ex. La pulsera de un novio escondido, falso, tapando la cicatriz de un acto falso.

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