Читать книгу Transpersonalismo y decolonialidad. Espiritualidad, chamanismo y modernidad онлайн

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En la estadística de objetivación de una experiencia típica de ayahuasca –usando el protocolo Hallucinogen Rating Scale (HRS) de Rick Strassman de la Universidad de Nuevo México– que publicamos en nuestro libro Ayahuasca, medicina del alma (Viegas y Berlanda, 2012) ante la pregunta número 82 formulada a 100 voluntarios: “¿Nota diferencia en la sensación de realidad de las experiencias, comparadas con las experiencias de todos los días?”, el 20% respondió moderado, el 40% mucho y el 35% extremo. Y ante la siguiente pregunta: “¿Parecen más reales, menos reales o ambas?”, el 64% respondió más reales y el 26% ambos, con lo cual tenemos una afirmación absoluta en este punto con el 90%. La realidad es percibida como muy diferente de la cotidiana en ese estado, pero al mismo tiempo y a diferencia de lo que cualquier neófito pudiese suponer, se comprende como más real que la realidad de todos los días. Esto coincide con las cosmovisiones de la mayoría de los pueblos originarios que atribuyen “al otro lado”, al “más allá”, los sueños, la esfera de las esencias espirituales, los ancestros y las profundidades transpersonales, psicológicas/mitológicas “más realidad que esta”. Por supuesto se acompañan otros fenómenos frecuentes: entender sentimientos de otros, sentir un cierto temor reverencial ante la presencia de un poder superior, sentir la unidad con el universo, comprender nuevas o más profundamente las cosas, sentir más fuerte la interioridad del “uno mismo”, tener pensamientos más rápidos y afilados, alteración en la percepción del tiempo, autoaceptación y emociones amplificadas; y en algunos casos visiones multidimensionales y brillantes. El 74% habrá obtenido nuevos pensamientos, ideas o conocimientos más profundos de sí mismo, su situación, o de las cosas últimas y esenciales.

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