Читать книгу Manos frías онлайн

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Eran casi las seis de la mañana y yo aún estaba esperando a que se secase el piso. Decidí desayunar allí. Me hice un café y me comí una naranja. Antes de proceder a limpiar los inodoros, intenté alegrarme escuchando ABBA. Puse el CD de sus grandes éxitos (todavía no sé qué hacía ese álbum allí si no pegaba en absoluto) y empezó a sonar Dancing Queen. Sólo cuando me quedaba sola allí podía escuchar música. ABBA era la banda sonora de mi infancia. Los domingos en que mamá no arrastraba las copas del sábado, ponía esta canción mientras preparaba tostadas para desayunar. Hoy era domingo. En lugar de estar manchándome la boca con mermelada, yo estaba bailando con la escobilla del váter al son de los suecos. Era todo tan grotesco que casi me puse a llorar.

Empezó a sonar Money, Money, Money, retratando mis últimos tres años. ¿Por qué no podría yo tener un sueldo decente? El dinero siempre me ha deprimido. Yo estaba asfixiada por las facturas y el alquiler, pero ni tan sólo contemplaba la opción de probar fortuna en el casino. Detesto el juego. Si quisiera un poco más de dinero por un par de meses siempre podría vender aquello que no uso… Pero no. Yo la pagué. Es mía. El instrumento de mi sueño. Si me muero, que me entierren con ella.


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