Читать книгу Miradas cruzadas. Escritoras, artistas e imaginarios (España-EE.UU., 1830-1930) онлайн

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Para descansar de la tarea material en que he pasado estos dias, salí esta tarde á dar un paseo a las bellas márgenes del rio, prefiriendo el medio de un camino de hierro que conduce á Colombia, y por el cual transitan muchos coches hasta el primer plano inclinado […] La tarde era deliciosa, el paisage de lo mas ameno, y mi espíritu no tan necesitado de descanso como mi cuerpo, se entregó á varias reflecsiones. Naturalmente le ocuparon primero, las que sujeria la escena que en torno mio y dentro del coche pasaba. ¡Qué serenidad de jóvenes, qué sencillez en su manera de ecsistir, qué decencia en sus trages, qué decoro en sus acciones! Al contemplarlas, con los graciosos niños que acompañaban, yo no me atrevia á decidir si las inocentes almas de estos se hallaban mas tranquilas en el espíritu de aquellas. Hablaban poco, como es costumbre general aquí, cuidaban a sus niños, y se recreaban con las vistas hermosas que se sucedian; pero ni un rasgo de entusiasmo, ni una muestra de placer nacian de la impresion de aquellas escenas. Se conoce que pasaban por sus sentidos, como los rayos de luz por un cristal plano, sin aumentar de fuerza por el entusiasmo ni de intensidad por las pasiones. El uno como las otras permanecian en inaccion. Este goce esclusivo de la vida, sin que tomen parte ni nuestra imaginación ni nuestras pasiones, me parece el supremo bien; es el placer puro sin la saciedad, el deleite sin su fatales consecuencias; en fin, no puedo definirle sino llamándole la paz de la ecsistencia. (La Sagra, 1836: 172-173)

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