Читать книгу Mis memorias онлайн

169 страница из 217

Mis dieciocho años no pudieron contener un «¡Muy bien!», y si no, aquí estamos todos, testigos presenciales, indiscutibles.

Marcharonse los canónigos, e, inmediatamente, las redacciones de toda la prensa reaccionaria se pusieron en vertiginoso movimiento para cometer la mayor iniquidad, iniciando una campaña, la más violenta, contra el ilustre muerto, que había consagrado toda su vida a hacer el bien con su obra constructiva, aplicándole toda clase de insultos, aunque la mayor parte de sus injuriadores debían favores a su indefensa víctima, y a quien, servilmente, siempre habían adulado, hasta la víspera de su muerte. Los más furibundos figuraban entre los estudiantes becarios, como Jesús Sánchez y Sánchez, y José García Revillo,51 que así iniciaban su sistema ventajista, para lograr, más adelante, ser figuras políticas en la provincia.

¿He dicho indefensa víctima? Nada de eso. Don Mariano, tanto dentro del Claustro universitario como fuera de él, contaba con defensores decididos a sostener la verdad de los hechos, en aras además de su ilustre amigo. La virulenta campaña clerical caracterizada, como es natural, por su procacidad y grosería, que hacen olvidar hasta las más elementales y humanas máximas del cristianismo, no logró más que dos cosas: la enorme manifestación de duelo en el entierro, que acompañó al cadáver hasta el cementerio, pues pasaríamos de trece mil los que figurábamos en el cortejo, teniendo en cuenta que, entonces, la población de Salamanca no pasaba de veintidós mil habitantes, y, como secuela, una profunda disidencia en el Claustro de la Universidad, que no hubo medio para borrar durante muchos años.


Правообладателям