Читать книгу Mis memorias онлайн

184 страница из 217

El otro, don Celso Romano Zugarrondo, hijo de la directora de la Escuela Normal de Maestras, doña Petra Zugarrondo, que ya lo era cuando mi madre estudiaba la carrera por 1860 y a la que yo conocí, pudiendo confirmar el mal genio y violento carácter de que gozaba la señora en toda Salamanca.

Su hijo, don Celso, procedía de la carrera judicial, de la que salió, según era público, mediante un expediente, estableciéndose en la ciudad con bufete de su profesión y demostrando su gran competencia bien probada, pero más con habilidad que con el espíritu austero del anteriormente mencionado.

Tenía Zugarrondo como lugarteniente a un tipo exótico, procedente de Galicia, un hombre de procedencia misteriosa, sin oficio ni beneficio, hijo de un militar retirado, amigo y compañero del que más tarde había de ser mi suegro.

Aquel tipo me hizo la impresión de que era un aventurero de la política, se llamaba [Joaquín] Martínez Veira y cayó en Salamanca como un aerolito, dándose aires de líder, y publicaba un periódico semanal titulado La Concordia, que su simple lectura denunciaba no ser nada más que un arma de especulación y de chantaje, esgrimida con gran habilidad gallega, para ponerse a disposición del mejor postor sin el menor escrúpulo, de que llamándose republicano se escudaba, tras ese mote, para sus poco limpios manejos.


Правообладателям