Читать книгу Mis memorias онлайн

54 страница из 217

–Porque la sabía el lunes, la dije bien cuando me la preguntó por primera vez, y, sin embargo, me castigó injustamente diciéndome que no la sabía.

–Y, si la sabías ¿por qué no la diste al día siguiente?

–Porque no la podía saber mejor que el lunes, y, por eso, no volví a abrir el libro en toda la semana –respondí indignado y llorando.

–Vamos, no llores; ¿y te la sabes aún?

–Sí, señor, y puede usted tomármela, a pesar de no haberla repasado desde el primer día.

–Pues, si la sabías, debiste habérsela dado a don José Aguilera, que sabes te quiere tanto y te hubieras ahorrado el castigo de toda la semana. Anda, vuelve al Colegio y lleva este papel a don José Ríos, en el que le pido te den de cenar.

Al lunes siguiente, antes de empezar la primera clase, que era, precisamente, la de Latín, me llamó aparte el profesor Aguilera, preguntándome cariñosamente por qué me portaba así con él, sabiendo lo mucho que me quería, contestándole yo que porque me castigó sin merecerlo, porque me sabía la lección.


Правообладателям