Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

23 страница из 77

—Pepe, ya sabes que me gusta tu tierra, me gustan sus paisajes, la comida, la ría y hasta las gallegas, a pesar de su legendaria peligrosidad. Por eso vengo. No pretenderás que, además, te diga que he venido para estar contigo, pues tengo otras preferencias en materia afectiva. No sé si me explico.

—Haces mal en no decírmelo, César. No sabes cómo sufro.

2

Por la mañana del día siguiente, mientras Julio César Santos dormía plácidamente en su magnífica casa de Vilarriba, que los lugareños llamaban pazo porque lo parecía, el cabo José Souto trabajaba en su despacho con sus colaboradores, los veteranos Taboada y Orjales y la joven guardia Verónica Lago, sobre el reciente doble crimen que había sacudido las localidades de Cee y Corcubión. Sentados en torno a la mesa de juntas, comentaban el informe provisional de las autopsias que acababan de recibir del forense. Esperaban aún el de los agentes del Área de Investigación de la comandancia de A Coruña.

Los hechos que constaban en el expediente de la Guardia Civil hasta aquel momento eran, en primer lugar: que Manuela Rubial, la empleada de hogar que trabajaba en casa de las señoras asesinadas (Consuelo Pino, de setenta y nueve años, y su hija Rosalía Besteiro Pino, de cuarenta y uno), había encontrado la puerta de la cocina del chalé forzada cuando llegó a trabajar a las siete y media de la mañana del jueves; que no se atrevió a entrar en la casa y que, como la señora no respondía a sus llamadas al móvil, se asustó y llamó a su hermano, el agente Rubial, asignado al puesto de Corcubión. En segundo lugar: que, poco después, el cabo primero José Souto y los guardias Aurelio Taboada y Verónica Lago llegaron a la finca y procedieron a una inspección ocular.

Правообладателям