Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

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—¡Buena deducción! —exclamó el cabo—. En este tipo de delito, en los que hay muertos de por medio, ya sabes que tenemos que buscar sospechosos, en primer lugar, entre los familiares más próximos.

—En realidad, aún no sabemos si se trata de un ladrón o de un asesino —metió baza la agente Lago—. Un robo simulado, como decía el cabo, o un asesinato.

—Exacto —confirmó Souto—. En cualquier caso, con o sin robo, creo que hay que empezar a buscar por el entorno del viudo y de la criada, como dice Orjales. No me preguntéis por qué, pues tendría que contestaros que es porque son las dos primeras y únicas personas relacionadas con las víctimas con las que hemos tropezado, aunque, lo reconozco, no sea en sí misma una razón de peso. Os lo digo a pesar de que el derecho a creer en algo no debe basarse en la ignorancia o en el desconocimiento. —La agente Lago hizo un gesto de sorpresa y el cabo la miró y le dijo—: La idea no es mía, Vero, pero es muy interesante. La leí hace poco en un libro de sicología, aunque se refería a las creencias en general y, sobre todo, a las religiosas. Es el conocimiento basado en la evidencia, es decir, en las pruebas, lo que da derecho a creer en algo. Por eso no debemos creer aún en nada, solo tantear, lo que en lenguaje policial equivale a sospechar. ¿Me seguís?

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