Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

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Taboada miró a Orjales, que levantó las cejas, y ambos se volvieron hacia Verónica, que sonrió de un modo encantador. El cabo, que no esperaba respuesta, continuó:

—Hay dos caminos por los que podemos empezar a indagar. Uno es el del robo con el resultado accidental de las muertes. En este caso, habría que encontrar a un ladrón homicida surgido de la nada y sobre el que no sabemos nada. Un ladrón que va armado, que conoce la casa, al menos por fuera, y que sabe que allí solo viven dos señoras indefensas. Tendríamos que coger la lupa y empezar a buscar una huella, un rastro de tierra, un hilo de ropa, un pelo o bien un fallo, un testigo, un chivatazo, una pista sobre el arma del crimen, movimientos de sospechosos vistos en la zona, rastros de joyas, etcétera, etcétera.

El cabo Souto trazó bruscamente con su lápiz una raya sobre una hoja de papel como si tachara algo y levantó la cabeza.

—Y el otro camino es el de un asesinato premeditado, cometido y encubierto bajo la apariencia de un robo. ¡Este es el camino por el que me dispongo a empezar! Como el marido de Rosalía Besteiro ya ha dispuesto de tiempo desde el jueves para tratar sus asuntos personales y familiares, lo llamaremos ahora y veremos si está disponible esta tarde. Así, podremos charlar tranquilamente con él, antes de que vuelva a su trabajo en Coruña. Hablamos ayer por teléfono y me dijo que pensaba irse, lo más tarde, el martes.

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