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José Souto echó una rápida mirada a la coleta rubia de Verónica Lago, que asomaba con gracia por debajo de gorra de su uniforme y reprimió un impulso infantil de darle un tironcito. Miró hacia delante y se dijo a sí mismo: «Soy idiota».

Capítulo III

1

Julio César Santos se despertó a las diez de la mañana y pidió que le subieran el desayuno a su dormitorio. Después de ducharse, llamó a su amiga Marimar para decirle que había llegado, que pensaba quedarse unos días y que la invitaba a almorzar. La joven soltó un par de tacos propios de una verdulera y le dijo que aceptaba encantada. Marimar era la amiga gallega de Julio César Santos, una amistad muy peculiar. El mutuo e intenso atractivo físico fue el Big Bang de su relación. Marimar Pérez y Lolita Doeste, entonces novia del cabo Souto, eran amigas. Durante uno de los viajes del detective madrileño a Corcubión, Souto y su novia salieron una tarde a tomar unas copas con Santos. Para que este no se sintiera desparejado, Lolita llamó a su amiga Marimar. En el bar donde se conocieron, cerca del cuartelillo de la Guardia Civil, sus miradas se cruzaron y en el mismo instante empezó a tomar forma algo tan difícil de comprender como que de un agujero negro surja una galaxia.

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