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–Aquí mismo en la reja muchos se quedaron mirando cómo salían máquinas, televisores y otras cosas que les hubiera gustado tener, pero no entraban.
–Ahorita yo sólo quisiera una cobija...
...y poder comer.
–Bueno, en ese caso, no estar aquí.
–Y estos hijos de su chingada madre siguen «vigilándonos».
–¿No sabes si ya logró Raúl mandar el recado a Palacios o al general?
–Parece que el general ni está aquí, pero vimos pasar a Palacios.
–¿Y?
–Le gritamos, pero no se acercó. Ya le mandamos el recado con un muchacho de confianza.
–¿Sólo con lo de la vuelta a la normalidad?
–Sí, sólo eso.
–Está bien, primero que los metan y los encierren, luego ya hablaremos. Lo malo es que la dirección piensa que controla a esta gente y no es verdad. Éstos pueden hacer cualquier cosa en cuanto se les antoje y la dirección lo sabrá media hora después.
–Por eso es mejor que no baje nadie.
–Nadie ha bajado. Vamos con Raúl.
Raúl había estado toda la noche junto a la reja. No dejaba que nadie lo acompañara más que por un rato, después mandaba a todos a la celda.