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–Y hablando de otra cosa –dijo Pablo mientras Zama terminaba de limpiar el piso–, el domingo me vinieron a ver unos compañeros que estuvieron en la manifestación del 26 de julio.
–¿Del año pasado?
–Sí. Y me estuvieron contando detalles muy interesantes.
–¿Reconocieron que Unzueta sí le robó la bolsa a una señora y se echó a correr? ·
–¡Por favor! Estoy hablando en serio.
–Yo también –le dije–; pero no te enojes, pues. Era sólo una posibilidad. Después de todo sería muy interesante descubrir ahora que sí fue cierto, ¿no crees?
–Me dijeron que en los botes de basura –continuó Pablo sin hacer caso–, a todo lo largo de Juárez, Madero y Cinco de Mayo, había piedras. Sólo tenían que voltearlos.
–¿Y quién las puso ahí?
–Si supiera.
–¿Tú no fuiste a la manifestación?
–¿Yo? –respondió Pablo–. ¡Si estaba en Bulgaria!
–¡Ah! pues sí. No me acordaba.
–No sigas, no sigas –exclamó Zama que exprimía el trapeador– o tendremos que soplarnos otra vez «Pablo y Sofía». Ya tuvimos suficiente en el desayuno, cuando nos recetó por vigésima quinta vez «Pablo y el meteorológico».