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–Entonces veinte, diez...

–Unos diez o algo menos.

–¿Diez?

–Menos.

–Eran cuatro o cinco, y de ésos la mayoría renunció después de lo que hizo el partido en noviembre, cuando los «peces» que no habían sido detenidos se dedicaron a romper las huelgas y a justificar la intervención del Ejército con el aplauso de todo el partidito, que los apoyaba con desplegados y felicitaciones.

–¿Por qué el partido? ¡El partido no hizo nada! ¿O qué sólo quedaron comunistas en el cnh? Las decisiones, hasta donde yo sé, las tomaba el Consejo en pleno y no sólo los delegados comunistas.

–Por favor, Pablo, quieres decir «los delegados miembros del partido», porque eso de llamar comunistas sólo a los del partido es una trampa de ustedes, pues de ahí se puede llamar anticomunista a quienes lo atacan.

–Pues, si acaso hay comunistas sin partido…

–¿Tú crees que no? Eso sí está hecho.

–Como quieras. Yo pienso que no. Pero lo que quiero decir es que, en todo caso, la responsabilidad fue de todos.

–Pero principalmente de ustedes, que son la vanguardia de la clase obrera y que habían tomado fuerza dentro del Consejo desde la aprehensión de los que aún estamos aquí.


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