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–En primer lugar, no me incluyas en ese «ustedes». Yo, para entonces, estaba aquí en el bote contigo, y en segundo no sé a qué te refieres con tus críticas al partido. Tal parece que el Movimiento se acabó a partir de tu aprehensión; pues no lo sabía.

–No a partir de que nos aprehendieran, sino cuando ustedes tomaron la dirección, hechos que se dieron juntos.

Gilberto había escuchado la última parte de la conversación con expresión de rencor, sin intervenir para nada.

–Ya me voy. Cada que vuelvo a oír los «argumentos» que presentaron en noviembre se me revuelve el estómago. Milagro que no has hablado de que la vuelta a clases fue para «reorganizarse»…

Al salir Gilberto se hizo un silencio embarazoso. Esperé a terminar el café.

–Es que no entiendo por qué ustedes pretenden…

–Dejemos eso, Pablo. No tiene sentido volver a lo mismo. Tenemos más de un año discutiéndolo cada vez que de alguna manera tocamos el tema. Ustedes como todos los partidos comunistas, juegan su papel y lo hacen muy bien, por lo mismo no estaremos nunca de acuerdo.


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