Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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En casa había ardido Troya. Todo empezó cuando Vilma ter­minó de posar para Palomino y fue a ponerse nuevamente su uniforme. En el camino de regreso, se encontró con Nilda, odiándola. La Selvática le preguntó que dónde estaba el niño Julius y ella le contestó que en el jardín, dónde quería que estuviese. Entonces Nilda, como presintiendo algo pegó uno de sus alaridos, ¡Juuuuuuu­liuuuuuus!, y nada: definitivamente no estaba en el jardín. ¡Por andar con el picaflor ese! ¡Ahora adónde se habrá metido el niño Julius! ¡A ver si se entera la señora! Vilma solo replicó que no se metiera con ella. Em­pezaba a asustarse la pobre, cuando la Selvática soltó el segundo ¡Juuuuuuuliuuuuuus!, y nada tampoco. Tal vez en los altos, pero era imposible que no hubiera escuchado. Las dos mujeres presintieron algo malo al mismo tiempo, juntas se lanzaron en loca carrera hacia los altos, tropezándose varias veces en la escalera. Arriba, corrían de cuarto en cuarto: de Julius ni el humo.

–Usted tiene la culpa por zamarra, por andar putean...

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