Читать книгу Un mundo para Julius онлайн
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Ya estaba decidido. Los primeros días después del viaje había tenido muchas reuniones y no había podido ocuparse de eso. Pero ahora acababa de reanudar sus prácticas de golf y tenía más tiempo libre para pensar. Los primeros días después de un viaje siempre son pesados. Había tenido que soplarse mil informes de gerentes y apoderados. Y los hay candelejones, ¡créeme! Había tenido que tomar muchas decisiones sobre asuntos descuidados durante su ausencia. Felizmente todo marchaba bien. Bastaron unas cuantas indicaciones, algunas cartas, algunas reuniones. Todo marchaba nuevamente sobre rieles. Las obras que había encargado hacer en la casa hacienda de Huacho andaban muy avanzadas. Pronto podrían invitar gente a pasar el fin de semana. La verdad es que estaba satisfecho con el giro que habían tomado las cosas durante su ausencia. Le molestaban dos o tres huelgas que se anunciaban. Pero, en fin, eso era Lima. El secreto está en transportar cualquier problema, cualquier disgusto a un campo de golf: ahí alcanza su verdadera e insignificante dimensión. Hay que ver cómo cambia la perspectiva. Un buen golpe, un buen swing se parecía tantas veces a la verdadera marcha de sus cosas. Además, hay tus cosas y las de los chicos. Todo junto, ahora. Ya se estaba viendo eso. Motivo de más reuniones. Reuniones con los nuevos socios norteamericanos, también. Para lo de las fábricas. Les iban a dejar tres fábricas. En fin, como podía ver, habían sido muchas reuniones y aún continuaban llamándolo al Golf, interrumpiéndolo. Pero así son siempre los primeros días después de un viaje. Recién ahora acababa de reanudar sus prácticas y tenía tiempo libre para pensar.