Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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El mago ya estaba empezando con toda la alharaca de «a ver, ¿quién quiere hacer un truquito?», cuando, sin que nadie lo hubiese notado (solo Vilma y Cinthia), descubrió que, a su lado, junto a la mesa, había una criatura orejona parada con los ta­cos muy juntos, las puntas de los pies muy separadas y las ma­nos pegaditas al cuerpo.

–Yo sé hacer un truco.

–¡Averaveraveraveraver! ¿Cómo te llamas, hijito?

–Julius.

Todos se desternillaban de risa. Susan, linda, vibraba. Vilma se moría de miedo. Cinthia tosía, «ojalá que se acuerde».

–¡Fantástico! ¡Maravilloso! ¡Extraordinario! ¿Y cuántos años tienes, hijito?

–Cinco.

–¡Maravilloso! ¡Fantástico! ¡Fenomenal! ¡Julius, bajo mi dirección, les va a hacer el más extraordinario truco de todos los tiempos!

–No. Yo sé hacer un truco.

–¡Averaveraveraver, hijito!

El mago se estaba poniendo un poco nervioso. Miró hacia los dueños de casa, sonreían.

–¿Tú sabes hacer un truco?

–Sí.

–A ver, hijito, averaveraveraver, pasa por acá. ¿Qué truquito sabes hacer? Cuéntanos...

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