Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Julius miró a Cinthia: Cinthia le hacía señas con el dedo co­mo si quisiera recordarle algo. Vilma se tapaba la cara.

–Necesito que otro niño me ayude –Julius hablaba como si supiese todo de paporreta, casi no daba entonación a sus palabras. Seguía con las man­os muy pegaditas al cuerpo y orejon­sí­simo, pero tenía la mirada fija en Rafaelito.

–¡Ah!, entonces es un truco complicado, ¡doble! ¡Fenomenal! ¡Fantástico! ¿Cuál es tu nombre, hijito?

–Julius.

–¡Aquí Julius nos va a mostrar toooda su ciencia! ¡No se lo pierdan! ¡Aquí viene lo mejor! ¿Y qué niñito te va a ayudar?

–Rafael.

–¡Ah! ¿Rafaelito? ¡Claro que sí! ¡Rafaelito el dueño del santo! ¡Muy pero muy bien!

La partenaire estiró ambos brazos en dirección a Rafaelito que miraba toda la escena desconcertado y temeroso. A su lado, Martín sonreía más escéptico que nunca.

–A ver, pues, anda –le dijo, dándole un codazo.

El dueño del santo se paró y avanzó desconfiado hasta la me­sa. En su vida había odiado tanto a su primo; además ahora es­taba odiando a todos los invitados, era increíble la bulla que metían. ¡A ver, pues Rafael!, ¡a ver, pues!, gritaban y se movían inquietos en los asientos.

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